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Pasando por Tarascon, y sus vistas al castillo. |
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Entrando a la esclusa. |
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¡Maniobra perfecta! |
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El agua sube hasta arriba... es como un ascensor para barcos. |
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Un puente sobre el Rhône... |
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Vista del Puente de St. Benezet y Avignon al fondo. |
15.09.11. Sobre las 6:30 me despertó de nuevo una pèniche. Me levanté para asegurar que la salchicha estaba funcionando y todo perfecto. En el proceso desperté sin querer a Antoine, así que igualmente nos pusimos en marcha. Un cafetito y a cargar móviles. Y las baterías empezaron a quejarse! Me saltaron las alarmas de nivel bajo de batería! Pero si ayer estuvimos todo el día con el motor (lo cual carga baterías)!. Qué pasaba? Miré y las baterías estaban sin agua! Y yo sólo tenía 1 litro de agua destilada. Fui con la bicicleta sobre las 7:30 a ver si encontraba alguna estación de servicio abierta donde comprar agua. Pero nada. Así que volví al centro histórico. Allí había un supermercado que estaba abierto desde las 7 am! Genial! Compré 4 litros, pensando en tener algo de sobra. Volví al barco y llené de aguas las baterías. Pero se bebieron de sobra los 4 litros. Tuve que volver a por otros 4 litros. La cajera del supermercado se reía y todo! ¿Qué puede estar haciendo una persona comprando 8 litros de agua destilada a las 7:30 am? Llené las baterías y pusimos rumbo norte de nuevo sobre las 8:40. Hacía frío y bastante viento de norte. Calculé que la corriente que teníamos en contra debía de estar en torno a loas 2.3 nudos, ya que con el motor a 2,500 rpm estábamos haciendo unos 2.3 nudos. Me puse lo más cerca de la ribera que me permitía la profundidad, y así con seguía ganar un nudo más, protegida de la corriente. Sobre las 12:00 llegamos a Tarascon. Había un puente de piedra realmente bonito, pero aquí la corriente debía de ser máxima, y nuestra velocidad pasó a ser un rato de 1.4 nudos. De todas formas la vista merecía que conserváramos esta velocidad. Al pasar el segundo puente se desplegó ante nosotros la vista de un maravilloso castillo del s. XV. Estaba al borde del río, y tendría unas 4 plantas y dos torres. Al S, una iglesia de cuento, que nos despidió con un repique de campanas que marcaban las 12:00. Había gente visitando el castillo, y paseaban por lo alto de las torres, y nos saludaban desde allí. Sobre las 12:30 llegamos a la esclusa de Vallebregues. Llamé a la esclusa por el canal 20 (como indicaba la guía), pero no sabían inglés, así que tuve que pasarle la emisora a Antoine. Con los prismáticos vimos que el semáforo tenía dos luces encendidas, una roja y una verde. Miré en la guía, y eso significaba que la esclusa estaba a punto de abrir. Igualmente atracamos en el pantalán de espera. A los 10 minutos el semáforo se puso en verde, así que pusimos rumbo a la esclusa. Íbamos despacio por la corriente, pero una vez estuvimos al abrigo del dique de la esclusa, la corriente desapareció y pudimos entrar con absoluta tranquilidad. Yo pensé que debíamos de usar dos bolardos (uno a proa y otro a popa), pero estaban tan separados unos de otros que era evidente que no era así. Debíamos de usar sólo uno. Echamos una amarra de proa y otra de popa, dejando el bolardo en el centro del barco. La mujer de la torre de control nos dijo por la megafonía que debíamos de ponernos los chalecos salvavidas, así que entré corriendo al barco y saqué dos. Subimos 15 metros de desnivel. La mujer de nuevo nos indicó que no soltáramos las amarras hasta que no se encendiera la luz verde de salida, así que así hicimos. Una maniobra perfecta. Ningún estrés. Al salir de la esclusa nos encontramos con un Rhône calmo. Parecía un lago. Había algo de corriente, pero nuestra velocidad era ahora de 3.5 nudos. Pasamos el puerto de Vallebregues y frente a nosotros se mostró el perfil de los Alpes! Puse el piloto automático un rato mientras Antoine hacía la comida. Fui a la proa y descubrí una zona de relax del ruido del motor. Aquí casi solo se escuchaba como Tortuga rompía las aguas del Ródano! El resto de la jornada transcurrió con absoluta calma. Simplemente disfrutamos del viaje. Sobre las 17:00 llegamos a Avignon. Las vistas eran impresionantes. La ciudad nos recibió con una estatua representando la revolución francesa. Enseguida se mostraron los tan famosos “Palacios Papales”, con una columna de más de 50 metros rematada por una figura dorada de una virgen. Seguimos adelante buscando la marina que comentaba la guía. Después del puente de Saint Benezet encontramos el puerto. No encontramos las duchas prometidas, pero sí había agua y electricidad. Nos abarloamos a un muelle de piedra. Recogimos un poco, un manguerazo para refrescarnos y salimos a ver la ciudad. Una auténtica maravilla, una ciudad fortificada. Nos tomamos unas cervezas en la “Plaza del Reloj”. Un día increíble!
- Distancia recorrida: 22 nm
- Tiempo aproximado: 8 h
- Número de esclusas: 1
- Altura ascendida: 15,50 m (sobre el nivel del mar)
- Distancia total recorrida: 1087 nm
- Tripulación: Antoine
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